Museo Imperial de Petrópolis – Estado de Rio de Janeiro

Museo Imperial de Petrópolis

Construido para ser la casa de verano de Don Pedro II, el Museo Imperial de Petrópolis hoy es uno de los mayores y más visitados museos de América Latina.

Fue la residencia favorita del emperador, el lugar donde él pasó los mejores momentos de su vida, y ahora es uno de los principales puntos turísticos de la ciudad de Petrópolis, en el estado de Rio de Janeiro.

1. Construcción:

Para comenzar la construcción, Pedro II firmó un decreto el 16 de marzo de 1843, dando origen a la ciudad de Petrópolis. Vea más sobre los comienzos de esta ciudad aquí.
Iniciada en 1845 por determinación del monarca y a expensas de su dotación personal, pues decía Pedro II que “por la construcción suceder en su propriedad particular, no se debiera usar del dinero del estado”.

Lanzada la piedra fundamental, hubo la nivelación de la zona, que era conocida como “Cerro de Santa Cruz“, para empezar las obras, el proyecto original, de Júlio Frederico Koeler, después de su muerte, fue modificado por Cristóforo Bonini, que agregó el pórtico de granito al cuerpo central.

Para concluir la obra, fueron contratados importantes arquitectos vinculados a la Academia Imperial de Belas Artes: Joaquim Cândido Guillobel y José Maria Jacinto Rebelo, con la colaboración de Manuel de Araújo Porto Alegre en la decoración.

En estilo neo-clásico, simple para residencia de soberanos, pero elegante y adaptada a la función de casa de campo. Posee un cuerpo central de dos pisos, una terraza sobre el pórtico, dos alas adoptadas, cada cual con 12 ventanas. En la fachada central, figuran las armas del Imperio.

2. Familia real enamorada por la naturaleza:

Don Pedro II y doña Teresa Cristina en los jardines del Palacio Imperial de Petrópolis, c. 1888
Don Pedro II y doña Teresa Cristina en los jardines del Palacio Imperial de Petrópolis, c. 1888

El complejo se enriqueció, aun en la década de 1850, con el jardín planificado y ejecutado por el paisajista Jean-Baptiste Binot, bajo la orientación del joven emperador. Con especies raras de árboles y flores de los 5 continentes: alrededor de 100 especies provenientes de más de 15 regiones del mundo (México, Japón, Índia, Ecuador, Austrália, Madagascar, etc) y césped francés.

Los jardines conservan hasta hoy las líneas paisajísticas, tanto en relación a los canteros como en la disposición de las especies vegetales.

Como complemento, los pedestales de granito donde fueron puestos bustos de figuras mitológicas, ganaron también 7 fuentes. Entre ellas, la Fuente del Sapo, de donde los residentes sacaban agua, en la época del imperio, porque creían que era de mejor calidad.

3. Colegio:

Con la Proclamación de la República, el 15 de noviembre de 1889, la familia imperial fue exiliada y viajó a Europa. Un mes después, la emperatriz D. Teresa Cristina falleció en Portugal y, en 1891, D. Pedro II fallecería en París.

Entre 1893 y 1908, la propriedad fue arrendada por la Princesa Isabel, como única heredera (la princesa Leopoldina había fallecido en 1871), y fue ocupada por el Colegio Notre Dame de Sion, más tarde dando lugar al Colegio San Vicente de Paulo.

Colégio Municipal São Vicente de Paulo
Colegio Municipal San Vicente de Paulo

4. Un niño enamorado por historia:

En este colegio estudiaba Alcindo de Azevedo Sodré. Gracias a él, que soñaba desde niño con la transformación de su colegio en un museo histórico, el presidente Getúlio Vargas ccreó, el 29 de marzo de 1940, el Museo Imperial.

A partir de entonces, un equipo técnica liderado por el proprio Sodré, que se tornaría el primer director del Museo Imperial de Petrópolis, trató de estudiar la historia de la edificación y ubicar piezas pertenecientes a la familia imperial en diferentes palacios, para ilustrar el siglo XIX y el día a día de miembros de la dinastía de los Bragança.

5. Acervo:

Importantes coleccionadores nacionales se unieron al proyecto, donando objetos de interés histórico y artístico. Como resultado, el Museo Imperial de Petrópolis fue inaugurado el 16 de marzo de 1943, con un significativo acervo de piezas relativas al período imperial brasileiro.

A lo largo de las últimas siete décadas acumuló expresivos conjuntos documentales, bibliográficos (muchos procedentes directamente del Castelo D’eu) y de objetos gracias a generosas donaciones de centenas de ciudadanos, totalizando un acervo de casi 300 mil artículos. La museografiía refuerza el aura sagrada de los objetos-símbolo de la monarquía brasileira: la corona, el cetro y el traje imperial.

¡Conoce la ciudade imperial!